Los vastos espacios abiertos I

El universo a lo largo de un Gran Silencio, exquisitas armonías repiten la musica de las esferas, haciendo que cada planeta y cada estrella haga vibrar su tono cósmico al descender en espiral por las vías de los ciclos eternos... <<continuar leyendo>>

CIENCIA Y ESPACIO

Bimal

Por estas rutas cósmicas emisarios de la luz, magníficos seres angelicales y mensajeros del fuego sagrado viajan a una fantástica velocidad divina, abarcando la eternidad y obedeciendo alegremente la voluntad universal. A esta bastedad de lo infinito la denominaremos reverentemente macrocosmos.

También el cuerpo del hombre esta hecho asombrosa y maravillosamente. Desde el extraordinario centro de su corazon, la vida emite un flujo constante de energía que desciende de la Presencia para sostener la conciencia, la salud y la armonía de forma física.

Tanto el cuerpo humano como el del universo están llenos de vastas zonas de espacio físico: un vasto, vasto espacio abierto en un sentido relativo. Ambos se componen de orbitas radiantes que giran a alta velocidad. Planetas, soles y galaxias componen el universo; electrones, átomos y moléculas forman el cuerpo físico. 

Las emanaciones magnéticas del núcleo y de los electrones del átomo concentran el sutil poder integrador que mantiene el cuerpo físico una unidad cohesiva, funcional. A este cuerpo del hombre, esta vastedad finita, la denominaremos reverentemente el microcosmos.

Como arriba en nuestro sistema solar.

Ahora bien, debido a que la humanidad tiene libre albedrio es capaz de escoger por Ley Divina, dentro de un rango determinado, como quiere usar las oportunidades que la vida le proporciona.

Tiene así misma la absoluta libertad para calificar la corriente de energía que fluye constantemente a través del molde  de su conciencia. Estas son pues, las funciones básicas del libre albedrio del hombre:

1) Aprovecha su oportunidad de vida según elija

2) Califica su energía vital según elija

3) Crea su vida según elija

Así, en el momento en que la energía pasa de Dios al hombre a través del reloj de arena de la individualización consciente, recibe el sello tanto del pensamiento como del sentimiento que se guardan como moldes en su conciencia. Dado que la energía fluye constantemente de Dios al hombre, este la califica constantemente; y este consciente o no de la forma como califica la energía, despierto o dormido, por Ley Cósmica debe responder ante ello.

Esta ley, que es inexorable, os dará una idea de como se crea el karma positivo y negativo. Totalmente imparcial, perfectamente equilibrada y actuando por igual para reyes o mendigos, ricos o pobres, esta ley no cede ni un ápice a la opinión humana.

"Como un hombre piensa en su corazon, así es el" - Proverbios

No puede pasar por alto el hecho de que la energía es constantemente calificada por procesos de pensamiento y sentimiento del hombre, a medida que cada momento que pasa entra en el nexo del Eterno Ahora. Cualquiera que sea la calificación, inmediatamente la energía es separada y clasificada.

Entre las cualidades permanentes de Dios, o la vida, están: amor, verdad, sabiduría, fe, pureza, justicia, victoria, libertad y buena voluntad.

En el ritual de la separación la energía que ha recibido el sello de virtud asciende, debido a su afinidad con la Fuente, y se deposita en el cuerpo causal del hombre que rodea a su Presencia Divina individualizada.

La Mónada Divina, la gran esfera que se compone de la Presencia y el cuerpo causal, se encuentran en la atmosfera por encima del cuerpo físico. En esta esfera la energía se guarda como los tesoros del hombre y se acumula ahí como su momentum personal de prosperidad espiritual. Como ahorros en un banco, siempre puede ser retirada cuando se necesite para bendición personal y universal.

Así abajo un átomo de la materia.

Comparad los vatos, vastos espacios abiertos entre el sol y sus planetas, y entre el nucleo y sus electrones. Claramente el patron heliográfico es el mismo

La energía que ha recibido el sello de imperfección, que esta cargada de pensamiento y sentimientos negativos no puede ascender porque tiene un peso y una frecuencia, o vibración, que no esta polarizada con la Presencia; tampoco puede penetrar el electrón o el núcleo del átomo, los cuales permanecen como focos de luz puros. Por lo tanto, el único lugar a donde puede ir la energía es a los vastos, vastos espacios abiertos entre los átomos y electrones.

Con el fin de ilustrar esta ley, imaginemos el cuerpo como un barril de canicas, representando éstas los átomos y electrones separados por campos magnéticos. Inmediatamente podemos percibir lo que pasaría si se vertiera una cubeta de melaza sobre las canicas. El resultado sería comparable a lo que pasa diariamente cuando los individuos vierten las energías mal usadas de sus deseos humanos sobre las canicas en el barril del ser. Ya sea que se enojen, tengan celos, estén infelices o insatisfechos consigo mismos, o que envíen sentimientos mordaces y de crítica a otros, literalmente llenan de alquitrán los amplios espacios abiertos, de una goma astral pegajosa que impide el flujo natural de la luz entre el macrocosmos y el microcosmos.

Las energías que el hombre califica con pensamientos y sentimientos humanos descienden inmediatamente para cumplir su dictamen en los espacios abiertos del cuerpo. Ahí se condensan, capa sobre capa, encerrando la luz radiante en el núcleo del átomo y densificándose alrededor de la energía giratoria del electrón, haciendo que el cuerpo envejezca y se vuelva denso, la mente se vuelva lenta y rígida, y las facultades espirituales, perezosas. A la larga, esta acumulación de efluvia humana provoca que la fuerza vital se retire del cuerpo físico porque la densidad aumenta tanto que impide el flujo de la corriente de vida* desde la Presencia Divina, la Gran Fuente de toda vida.

Es en ese momento que ocurre la llamada muerte. Luego, en el proceso de descomposición, por la repolarización que realiza el fuego sagrado, los átomos se liberan de la forma y del mal uso de la energía para que finalmente vuelvan a usarse en las creaciones de Dios y del hombre.

Cada día, el hombre califica su energía con perfección e imperfección, hasta que al fin aprende a calificarla sólo con perfección: pensamientos y sentimientos perfectos, palabras y hechos perfectos. Sólo por la disciplina del corazón y la mente, de los motivos y la intención, aprende gradualmente el arte y la ciencia de la calificación correcta. Tanto la vigilancia como el cono cimiento son necesarios.

M.A. Lanto